Por la tarde, llegó a nuestras oficinas un señor con una dolencia cardiaca severa, portador de un desfibrilador automático (DAI). La noche anterior había dormido en un cajero y había sufrido una descarga de su DAI. No había comido nada en todo el día. Se encontraba de paso en A Coruña para arreglar urgentemente unos papeles. Su residencia habitual está en Ourense, donde tiene alquilada una habitación. Necesitaba ayuda para comer, pasar la noche y volver a su ciudad.
Había cotizado como escolta en Euskadi, en varias empresas y como vigilante de seguridad, luego alta como autónomo en hostelería, donde la irrupción de la crisis hizo temblar las formas de vida de la gente normal y corriente. Las cosas empezaron a ir mal en su negocio, el trabajo de seguridad escaseaba y se vio sumido en deudas, sin margen para poder reflotar su situación. Definitivamente, quedó al amparo de los sistemas de previsión del Estado. Hasta que su subsidio de desempleo se suspendió por no haber acuñado en plazo la tarjeta de desempleo.
En algún lugar hemos comentado cómo las reglamentaciones y la normativa no cubren la imprevisible e incesante variedad de situaciones y vivencias. Más bien, somos las personas las que hemos de adaptarnos a ellas. Los miembros de Renacer formamos un grupo para la ciudadanía abierto de par en par, donde somos con los demás y es una necesidad atender a otros conciudadanos, encaminados por las circunstancias hasta nuestra oficina, como cuando te cruzas con un vecino por la acera y te alegras como si fuera de la familia.
Este señor, con un apretón de manos, dejó atrás el apuro y en su mirada no se reconocía a un enfermo, o a un parado subsidiado, ni otras etiquetas plomizas. Sino que brillaba una chispa de algo nuevo, vida para aportar y compartir. Era un ciudadano a gusto en su ciudad, con capacidad para transmitir alegría y soluciones.
ADMIRABLE!!!!! Gracias por ayudar a los demás.